Es debido a esta reflexión que quiero compartirte como obtener lo que un padre o una madre busca para sus hijos; enseñarles a respetarse. Pero si llegara a suceder lo contrario es decir; que no respetas a tu hijo, obvio que el niño tampoco sabrá respetarte, ni respetarse. Es como un efecto en cadena.
Retomare algunos ejemplos de la vida cotidiana para mostrarte las trampas en las que podemos caer cuando buscamos el respeto y como modificar nuestras conductas.
Partamos de la ira en los niños. Esta es una clásica conducta que se presenta con mayor frecuencia pues el niño está aprendiendo a recibirla, solo hará falta que aprenda a transformarla y ahí es donde entra tu papel como padre o madre enseñarle a respetarse y respetarte. Veamos como funciona; si un día cualquiera el niño entra en berrinche porque no se cubrieron sus deseos y estalla en ira, aventando todo lo que encuentra por su paso incluida tú y termina pegándote o arañándote y abruptamente tú también colapsas y exiges de inmediato al niño; respétame, le gritas o exiges que te respete,pues permiteme decirte que eso no es enseñarle a respetarte mucho menos respetarse el. Sin pensarlo reaccionaste también con ira, sumándote a la ira del niño y entonces el paso esperado de enseñar al niño a transformar su ira se evaporo y en especial la esencia del respeto. Ambos se impregnaron de ira e impero más el poder adulto. Pero no miremos las cosas tan obscuras, busquemos la salida porque si deseas sentir el respeto es necesario aprender a respetarte. Si, tú mereces respetarte por ti misma, aquí reside lo abordado al inicio; nosotras somos responsables de velar por nuestra valía. Obvio que no vas a pedírsela al niño diciéndole: respétame, eso no funciona. Es más valioso que en el instante de la ira, la recibas y la volquees en un distractor rápido. Un distractor rápido de ninguna manera deberá emplearse para ignorar al niño, no. Un distractor rápido deberá fungir como un canal para disipar la ira, puede ser desde mirar una revista, una pecera o lo más significativo de ti escucharte latir de ira, sentir tu respiración urgida, estallando, colapsando. Cualquier alternativa que te funcione para recibir tu ira será el primer andamiaje para respetarte, abras iniciado a sentirte respetada por ti. Esta primera reacción te inicia a respetarte y no fue necesario exigirla a otro. Pero tambien pueden presentarse ante este tipo de crisis los golpes de un niño invadido de ira tomándote por sorpresa. En ese momento obvio que no vas a voltear a mirar la revista, o la pecera, no. Lo tomaras por los brazos, sin lastimarlo, para que no continúe pegándote y le dirás; "yo no me pego, y me enoja que me peguen", porque; a quien no le enoja que le peguen. Descontrolaras al niño al decirle esto, pues modificaste su conducta desde una perspectiva de respeto. Primero te respetaste, respetaste al niño y en un futuro el también aprenderá a respetarse.
Otro ejemplo clásico que llega a presentarse sucede durante los alimentos. Cuando todos se encuentran a la mesa y por alguna razón el niño entro en pataletas y avienta la comida por doquier, nuevamente parte de respetarte, es decir, no empieces a gritarle, porque es lo que busca un niño: atraer tu atención. Y para respetarte durante este tipo de escenas, van desde levantarte, salir del escenario donde se te está faltando el respeto, serenarte y retornar. O bien puedes entrar a la escena tomar al niño llevarlo a levantar la comida y decirle; "es mi comida y me enoja que se tire". Observas como en ningún momento dijiste respétame, saliste, te serenaste, o pediste que tu comida no se tire al suelo. Aprender a respetarse es una gran labor que te demandara velar por tu valía, emplear un lenguaje diferente partiendo de ti y gran entereza para lograrlo. Por un solo acto que hagas para ti, los niños aprenderán a respetarte y sabrán como hacerlo para ellos.
por:Crece Bebe
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