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martes, 25 de junio de 2013

NUMEROS VERANO

NÚMEROS VERANO

Los últimos números del curso... cómo pasan los meses!!!













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EDUCANDO A NUESTROS HIJOS SABIAMENTE

Educando a nuestros hijos sabiamente



Tristeza, amargura, odios, sentimientos de culpa, violencia intrafamiliar y otras sensaciones negativas, es lo que ha ocasionado lamalacrianza de los hijos, una de las más grandes calamidades que ha azotado a las familias a través de los tiempos.

Esto me recuerda las palabras del salmista quien dijo: “Si son destruidos los fundamentos, ¿qué puede hacer el justo?” (Sal. 11:3) ¡Fundamentos! ¡Qué palabra! 

Quisiera, con brevedad, esbozar algunos fundamentos que al tenerlos en cuenta nos ayudarán a criar hijos en el temor de Dios. Tomando prestada la idea del salmista convendría preguntarnos: ¿Qué han de hacer los padres creyentes en Dios con respecto a la crianza de sus hijos? ¿Cuál es la forma más apropiada?

Brindarles amor incondicional

Sólo esta relación amorosa puede garantizar el crecimiento de sus hijos hasta alcanzar un desarrollo integral pleno. Esto significa querer al niño sin importar su aspecto físico, sus debilidades, sus fortalezas, su manera de ser. Amor incondicional es aceptar a nuestros hijos tal cual son, aunque no encuadren dentro de nuestros estándares de inteligencia, emociones, belleza y fortaleza física.

Como predicador que soy me gusta mirar a cada persona a los ojos no sólo para ganar su atención sino también para decirles con mi mirada que lo que estoy predicando es para ellos, para cada uno en particular. La mirada directa es decisiva para conseguir un buen contacto comunicativo. Igual hago cuando hablo con mis dos hijos, los miro fijamente a los ojos y les expreso con ellos, mi cariño, aprobación, enojo, tristeza. Ellos saben cuando los miro fijamente a los ojos que no estoy jugando, que el asunto es serio.

El contacto físico es también algo de suprema importancia. Crecí en un hogar donde el único contacto físico que tenía, eran los puños violentos, los puntapiés, los garrotazos y demás, que mi padre me propinaba ante la más leve falta que yo cometiera, sin contar las obscenidades que me gritaba. Al ser cristiano y recibir de Dios el mandato de no exasperar a mis hijos, una de las cosas que más deleite me produce es abrazar a mis hijos, poderlos besar, acariciar, jugar con ellos. ¡Qué bendición poder hacer esto! Los padres no debieran albergar sentimientos de culpa al hacer esto por causa de los pedófilos, machistas, y prejuiciados.
¡NO! A través del contacto físico adecuado transmitimos a nuestros hijos amor, seguridad, amistad, confianza.

En este punto conviene también decir que la disciplina con amor y con propósito es muy necesaria para el desarrollo seguro de nuestros hijos y nunca debe pasarse por alto. Debe administrarse un castigo apropiado. Normalmente al castigar a mis hijos, primero les explico la razón por la cual los castigo y les dejo manifiesto que no es placentero para mí hacerlo, pero por el bien de ellos lo tengo que hacer.
Proverbios 13:24 dice: El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

Ayudándolos espiritualmente

Es muy importante que los padres conozcan a Dios y mantengan una comunión íntima con Él. Su cristianismo debe ser práctico si quieren afectar a sus hijos para esta vida y para la eternidad. Debe ser un cristiano genuino. De otra forma, debo decirlo, sus esfuerzos por criar bien a sus hijos serán muy limitados, si no vanos.

No es posible obligar a los hijos a que sean cristianos. En los asuntos espirituales es necesario tratar con su hijo con seriedad y razón, con calma, de igual manera que lo hace con otros asuntos. Tenga confianza en la Palabra de Dios. Lea la Biblia diariamente en su presencia. Tome tiempo para orar con cada hijo individualmente y también en el Altar Familiar (culto familiar cotidiano).

Miguel Esteban, mi hijo de 13 años, ha leído la Biblia ya por seis ocasiones y a mediados de este año termina su séptima lectura. Marcos Miguel, el menor, de nueve años, ya la leyó una vez y va bien adelantado en la segunda lectura. Ellos siempre han visto a sus padres leyendo la Biblia. Y los hijos imitan todo lo que ven. – ¿Qué están viendo sus hijos en usted?

Los padres cristianos deben ejercer toda la diplomacia y la sabiduría que Dios puede darles para animar a los hijos a acercarse a esta decisión importante. Permita que la convicción del pecado tenga su efecto completo. No hay que perder esta oportunidad. ¡Gánese a sus hijos para Cristo! (Dt 11:19-20)

No espere hasta que su hijo esté envuelto en un accidente y lo lleven al hospital. No espere hasta que por un crimen lo lleven a la cárcel. Acuérdese del lamento amargo que David hizo por Absalón. Es un lamento largo que le consumirá el corazón (2 S 18:33).

El secreto es comenzar temprano

Los niños en su tierna edad, pueden tener una experiencia espiritual. Los padres deben tratar de que su hijo acepte a Cristo, haga una confesión pública, se bautice en agua, participe de la Cena del Señor con regularidad, y se haga miembro de la iglesia. Esto debe ser nuestro blanco y no se debe postergar hasta que sea un joven. Esto debe ser la meta de todo padre tan pronto que el hijo llegue a la edad de responsabilidad.

Lucas, un médico que conocía de ataques y posesión satánica nos cuenta en su evangelio de un padre desesperado que no podía seguir su trabajo viendo la manera en que el pecado estaba destrozando a su hijo. Él dijo al Hijo de Dios: “Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo” 
(Lc 9:37-43).

Este hombre pudo llevar a su hijo a casa en su juicio cabal, y no sin aprender la lección de ayunar, orar y creer por la libertad de su retoño.
¿Qué está haciendo usted padre por sus hijos? ¿Qué está haciendo usted madre en su propia casa? Recuerde que si se pierden los fundamentos, no hay nada que hacer. ¡Dios los asista en su labor de padres!

Por: Miguel Benavides

jueves, 20 de junio de 2013

FOMENTAR LAS DESTREZAS MOTORAS EN LOS NIÑOS





Objetivo general: Caminar con propósito.










































miércoles, 12 de junio de 2013

ESTAMOS CRIANDO VAGOS


¿Estamos criando vagos?






Compartimos esta dura e interesante reflexión del reconocido psiquiatra dominicano César Mella. Puedes estar de acuerdo o no con su opinión, pero lo cierto es que debemos repensar la manera en que los padres/madres responsables educamos a nuestros hijos. Mientras les damos lo que necesitan debemos incentivarlos a trabajar por lo que quieren, una vida esfuerzo es un vida sin valores… ¿tu qué opinas? 


Estamos criando vagos
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.
Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono o conectados a la Internet.
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres a los cuales acusan a diario de que 'están pasaos'.
No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su 'semanal' o mesada de la que se quejan a diario porque 'eso no me alcanza'.
Si son universitarios siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de marihuana.
Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.


Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza. 


¿En que estamos fallando? 


Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tení­an que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tení­amos un pequeño salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la Misa cada madrugada. 


Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'. 


Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habí­an ido a Disney World dos veces cuando nosotros a los 20 no sabí­amos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido que luego querí­amos que fuera un hogar.


Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida.


Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. 


Las hembritas deben desde temprano aprender a lavar, planchar, cocinar para que entiendan la economí­a doméstica en tiempos que podrí­an ser más difí­ciles. 


La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. 


Estamos compelidos (Compelir = Compeler: tr. Obligar a alguien, con fuerza o por autoridad, a que haga lo que no quiere) a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto que el cuido de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante. 


Ojala que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos chiquitos' 
pues ya los abuelos pagaron la transición..

tomado de la revista nuestro hijos
transcrito por: Martha Lucia Diaz M.

CAMPAMENTO DE VERANO EN SANTO DOMINGO REPUBLICA DOMINICANA