Por qué es importante evangelizar a los niños?
¿Por qué debemos preocuparnos por los niños? ¿Solamente para que no hagan bulla durante las reuniones de la iglesia? - Si estudiamos detenidamente la Biblia, encontramos que para Dios los niños son importantes. El tiene un propósito especial para ellos. Como padres, y como ayudantes de padres en la educación de los niños, tenemos el gran privilegio de ayudarles para que descubran y realicen este propósito de Dios para ellos.
Les daré cuatro razones por qué los niños necesitan escuchar el evangelio:
1. Porque Dios lo manda.
2. Porque los niños necesitan la Salvación.
3. Porque los niños tienen promesas de Dios.
4. Porque es la mejor estrategia.
1. Porque Dios lo manda.
"Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de Dios." (Marcos 10:14)
El mismo Señor Jesucristo nos manda que dejemos venir a los niños a El. Para nosotros, esto significa obviamente que debemos dar a los niños todas las ayudas posibles para que ellos conozcan personalmente al Señor Jesucristo.
"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes." (Deuteronomio 6:6-7)
Esta no es solamente una buena sugerencia o una opción entre muchas. ¡ES UN MANDATO DE DIOS! Si no enseñamos a los niños la Palabra de Dios, somos nada menos que desobedientes a Su mandamiento.
(Notamos que este mandamiento se dirige a los PADRES, para que enseñen a sus HIJOS.)
"Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda criatura." (Marcos 16:15)
El Señor no mandó a Sus discípulos anunciar el evangelio solamente a los adultos, sino a todos los seres humanos. Entonces, este mandato incluye tanto a niños como a adultos.
2. Porque los niños necesitan la Salvación.
Algunos cristianos piensan que no es necesario evangelizar a los niños: "No lo pueden comprender todavía." - "Que maduren primero." - Pero no debemos dejarnos guiar por nuestra opinión, sino por la Palabra de Dios.
Que un niño se convierta, es posible.
Lea Mateo 18:6. Jesús habla de "los p_______________ que creen en mí".
Lea Juan 1:12. ¿Se indica algún límite de edad para poder recibir al Señor? ___
Que un niño se convierta, es necesario para su salvación.
"He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre." (Salmo 51:5)
Este versículo lo hace bien claro que cada ser humano, desde el principio de su vida, vive en el pecado, lo que significa, separado de Dios. Por tanto, ¡necesitan desesperadamente la Salvación que Jesucristo nos ofrece! Nunca es demasiado temprano para que escuchen el Evangelio, pero sí puede llegar el día cuando sea demasiado tarde.
"... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." (Romanos 3:23)
A algunos les gustaría cambiar este versículo y decir: "...por cuanto todos los mayores de doce años pecaron..." Pero la Palabra de Dios no pone ningún límite de edad. Esto confirma la enseñanza de Salmos 51:5, lo que leímos arriba.
Lea Mateo 18:11-14. ¿Con qué se compara la oveja perdida? - Con un n_______.
Si el Señor dice en el v.14 que "no es la voluntad del Padre que se pierda uno de estos pequeños", obviamente lo dice para advertirnos de que los niños pueden perderse. ¡Por esta razón es tan importante "buscarlos" y darles la oportunidad de regresar al Buen Pastor! Esta es la enseñanza implícita de esta parábola.
A veces se utiliza el versículo con el cual empezamos esta enseñanza, para contradecir esta verdad: "... porque de los tales es el Reino de Dios." (Marcos 10:14) - entonces los niños ya son automáticamente salvos, dicen. ¡Pero esto no es lo que dice! Jesús dice aquí que el Reino de Dios está preparado para los niños, está esperándolos, pero TODAVÍA TIENEN QUE RECIBIRLO. Esto vemos claramente en el versículo que sigue: "De cierto os digo, que el que no RECIBA el Reino de Dios como un niño, no entrará en él." (Marcos 10:15) Afortunadamente es fácil para un niño recibir el Reino de Dios, tan fácil que el Señor utiliza aquí la conversión de un niño como ejemplo para nosotros los adultos.
Que un niño se convierta, es fácil.
Lea Marcos 10:15. Los adultos deben seguir el ejemplo de un n______ al convertirse.
Un niño todavía no tiene tantas objeciones como los adultos: "Pero no quiero cambiar de religión." - "Pero ya tengo demasiados pecados." - "¿Qué dirán mis amigos?" - "Pero ya soy bautizado, no necesito nada más."
El niño puede más fácilmente reconocer sus pecados y recibir al Señor. ¡Pero siempre necesita recibirlo!
Por el otro lado, tenemos que comprender que los niños también se dejan influenciar fácilmente. Por eso, los niños están dispuestos a hacer "decisiones" impulsivas que no son conversiones. Si un niño "acepta a Cristo" solamente por la influencia de un adulto, entonces no es una conversión verdadera. Hablaremos más abajo con más detalles acerca de este peligro.
Que un niño se convierta, es bueno.
El niño que se convierte, tendrá toda su vida para servir al Señor.
Al predicador inglés Charles Spurgeon le preguntó uno de sus amigos: "¿Cuántas personas se han entregado al Señor en tu último culto?" - "Dos y media", era la respuesta. El amigo le miró confundido, después dijo: "Ah, comprendo. ¿Quieres decir dos adultos y un niño?" - "No", respondió Spurgeon, "dos niños y un adulto. Los niños todavía tienen toda su vida por delante. Ellos entregaron su vida completa al Señor. Pero el adulto ya ha vivido la mitad de su vida sin el Señor. A él le quedaba solamente media vida para entregar."
El niño que se convierte, podrá hacer todas las decisiones importantes de su vida con la ayuda del Señor: quiénes serán sus amigos, qué carrera estudiar, qué creer y qué no creer, con quién casarse, etc. - Los adultos, en cambio, ya se acostumbraron tanto a un estilo de vida sin el Señor, que raras veces llegan a la madurez espiritual.
3. Porque los niños tienen promesas de Dios.
Consideraremos aquí solamente tres de las muchas promesas que la Biblia tiene para los niños:
"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." (Proverbios 22:6)
Un niño es como un arbolito pequeño, que es todavía muy dócil y se deja mover y torcer hacia cualquier lado. O también
se deja amarrar en un palo recto y crecerá recto. Un adulto, en cambio, es como un árbol grande que ya no se mueve. Si ha crecido torcido, ¡ninguna fuerza de este mundo podrá enderezarlo! Cuan importante es entonces enseñar a los niños la manera recta de vivir, para que "crezcan rectos". Cambiar la vida torcida de un adulto es mucho más difícil.
"Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños." (Hechos 2:16-17)
"Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos..." (Hechos 2:39)
Dios prometió derramar Su Espíritu especialmente sobre los niños. Esto empezó a cumplirse en el día de Pentecostés, y sigue cumpliéndose hasta nuestros días, porque desde entonces el Espíritu Santo está en la tierra y sigue haciendo Su obra. Pero es nuestra responsabilidad enseñar a los niños y ayudarles para que ellos puedan experimentar este poder del Espíritu Santo que les es prometido.
"Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá (a la Tierra Prometida), y a ellos la daré, y ellos la heredarán." (Deuteronomio 1:39)
Cuando el pueblo de Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida, perdieron la fe de poder conquistarla por causa de los gigantes que vivían allí. Entonces murmuraron contra Dios y contra Moisés, y decidieron volver a Egipto. (Vea también Números 14:31). Como consecuencia, no pudieron entrar a la Tierra Prometida y tuvieron que caminar 40 años por el desierto. Pero Dios prometió dar a los niños la victoria que los adultos no habían alcanzado.
Aquí podemos entender, sin entrar mucho al significado profundo de esta promesa, que Dios promete a los niños que ellos pueden "sobrepasar" espiritualmente a los adultos. Con una confianza sencilla en el Señor, ellos pueden lograr "conquistas" espirituales que no son posibles para la mayoría de los adultos. Como adultos, con frecuencia nos acostumbramos a una manera demasiado sofisticada de pensar, y esto nos lleva a cuestionar a Dios y a dudar de Su poder.
4. Porque es la mejor estrategia.
- Si usted tuviera que escoger entre dos poblaciones para predicarles el Evangelio, una población dura y cerrada contra Dios y otra abierta y con mucho deseo de aprender, ¿cuál escogería?
Es claro que en la población más abierta podemos esperar mucho más fruto. Y además, de allí pueden salir futuros obreros que saldrán a las otras poblaciones para evangelizarlos, y el Evangelio avanzará mucho más rápidamente. ¿Por qué entonces la mayoría de las iglesias concentran sus esfuerzos misioneros en la población más cerrada, los adultos, y pasan por alto la población más abierta, que son los niños?
- Más de la mitad de los cristianos se convirtieron a Cristo antes de cumplir 12 años. (Otras fuentes dicen que el 85% recibieron a Cristo antes de los 14 años.) Entre los pastores y líderes actuales (¡aun en las iglesias tradicionales!), son entre 70 y 90% los que llegaron a Cristo mientras eran niños. Esto nos demuestra claramente dónde debemos concentrar nuestros esfuerzos. Si queremos que la próxima generación de cristianos sean fuertes, y que tengan buenos líderes, ¡entonces debemos enseñar a los niños de hoy!
Desafortunadamente, esto no es lo que sucede ...
Los niños son las personas más abiertas para el Evangelio,
pero a la vez los menos alcanzados con el Evangelio.
Una iglesia centrada en familias tiene aun mejores posibilidades de preparar a los niños para un futuro liderazgo espiritual: Los padres asumen su responsabilidad de evangelizar y discipular a sus propios hijos. Estos niños reciben diariamente el ejemplo de un buen liderazgo espiritual, de parte de sus propios padres. Así están siendo preparados para que más adelante, ellos mismos sean buenos padres. Y la buena paternidad a su vez es la mejor preparación para un liderazgo espiritual mayor.
¿Qué pueden hacer las iglesias para alcanzar a los niños con el evangelio?
Primeramente, toda la iglesia - y particularmente los líderes - deben ser convencidos de que el ministerio con niños es importante. Esto es más fácil en una iglesia centrada en familias, porque allí los líderes surgen naturalmente de las familias. En una tal iglesia, ¡no hay anciano que no haya primero educado a sus propios hijos en la palabra de Dios! Y una vez que es anciano, su tarea principial consiste en apoyar a otros padres para que hagan lo mismo.
En una iglesia tradicional, institucionalizada, es más difícil convencerlos de la importancia de los niños. Primeramente, estas iglesias separan a los niños en reuniones aparte. Por tanto, los padres no están conscientes de su responsabilidad de evangelizar a sus hijos y de educarlos en la palabra de Dios. Toda esta responsabilidad se pone sobre los hombros de unos obreros voluntarios (a menudo jóvenes solteros sin ninguna experiencia en la educación de hijos propios), quienes ven a los niños una sola vez por semana, y por tanto no pueden edificar una relación personal, significativa con ellos.
Además, estas iglesias tienen normalmente una organización e infraestructura bastante costosa, por lo cual dependen mucho de la contribución financiera de sus miembros. Pero los niños no contribuyen económicamente, entonces no son "interesantes" para los líderes de tales iglesias. Al mismo tiempo, en esta clase de iglesias, los miembros dependen fuertemente de sus líderes y raras veces emprenden alguna obra espiritual por iniciativa propia. (En algunas iglesias esto ni siquiera se les permite.) En consecuencia, los líderes no están motivados para evangelizar a los niños o para responder a sus necesidades espirituales. Y puesto que los líderes no lo hacen, los miembros tampoco lo hacen.
Según una encuesta en el Perú, las iglesias evangélicas invirtieron apenas 2 a 3% de su presupuesto en la obra con niños. En las zonas rurales, se estima que más de la mitad de las iglesias no realiza ningún esfuerzo para alcanzar a los niños. La mayoría de los "obreros de niños" (maestros y directores de Escuela Dominical) nunca fueron capacitados para su tarea.
Una vez que la iglesia entiende que el ministerio con niños es importante, debe ponerlo en práctica:
- Los padres tienen que cumplir con su primera responsabilidad: educar a sus hijos en la Palabra de Dios, evangelizarlos y discipularlos.
- Los ancianos necesitan entender que ellos son en primer lugar "padres de padres": Asesores y consejeros de los padres de familia, para ayudarles y enseñarles cómo dar una educación cristiana a sus hijos. Busque maneras de concientizar y asesorar mejor a los padres.
- En lo posible, los niños deben estar incluídos en las reuniones de la iglesia. En el caso ideal, éstas son reuniones de familias enteras, donde los niños participan juntos con sus padres.
- Algunas familias, según su llamado y sus capacidades particulares, pueden de diversas maneras abrir sus hogares para otros niños: atendiendo a niños de otras familias según la necesidad; llevando reuniones evangelísticas para niños o familias enteras del vecindario; adoptando a un niño huérfano; evangelizando a niños en la calle; o simplemente teniendo una "casa abierta" para que los niños del vecindario puedan visitarlos en cualquier momento que quieran.
(En los tiempos actuales, las familias ya están tan debilitadas que muchos niños no tienen a ningún adulto con quien pueden hablar; no tienen a nadie quien se preocupe por ellos durante el día; y no tienen ningún lugar donde pueden jugar con otros niños, excepto en la calle donde se pelean más de lo que juegan. Muchos de estos niños podrán encontrar una "familia sustituta por horas", si las familias cristianas intactas abrieran sus hogares para ellos, en una de las maneras mencionadas. También podrán sentir la presencia de Dios en una familia cristiana.)
"Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños." (Hechos 2:16-17)
"Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos..." (Hechos 2:39)
Dios prometió derramar Su Espíritu especialmente sobre los niños. Esto empezó a cumplirse en el día de Pentecostés, y sigue cumpliéndose hasta nuestros días, porque desde entonces el Espíritu Santo está en la tierra y sigue haciendo Su obra. Pero es nuestra responsabilidad enseñar a los niños y ayudarles para que ellos puedan experimentar este poder del Espíritu Santo que les es prometido.
"Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá (a la Tierra Prometida), y a ellos la daré, y ellos la heredarán." (Deuteronomio 1:39)
Cuando el pueblo de Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida, perdieron la fe de poder conquistarla por causa de los gigantes que vivían allí. Entonces murmuraron contra Dios y contra Moisés, y decidieron volver a Egipto. (Vea también Números 14:31). Como consecuencia, no pudieron entrar a la Tierra Prometida y tuvieron que caminar 40 años por el desierto. Pero Dios prometió dar a los niños la victoria que los adultos no habían alcanzado.
Aquí podemos entender, sin entrar mucho al significado profundo de esta promesa, que Dios promete a los niños que ellos pueden "sobrepasar" espiritualmente a los adultos. Con una confianza sencilla en el Señor, ellos pueden lograr "conquistas" espirituales que no son posibles para la mayoría de los adultos. Como adultos, con frecuencia nos acostumbramos a una manera demasiado sofisticada de pensar, y esto nos lleva a cuestionar a Dios y a dudar de Su poder.
4. Porque es la mejor estrategia.
- Si usted tuviera que escoger entre dos poblaciones para predicarles el Evangelio, una población dura y cerrada contra Dios y otra abierta y con mucho deseo de aprender, ¿cuál escogería?
Es claro que en la población más abierta podemos esperar mucho más fruto. Y además, de allí pueden salir futuros obreros que saldrán a las otras poblaciones para evangelizarlos, y el Evangelio avanzará mucho más rápidamente. ¿Por qué entonces la mayoría de las iglesias concentran sus esfuerzos misioneros en la población más cerrada, los adultos, y pasan por alto la población más abierta, que son los niños?
- Más de la mitad de los cristianos se convirtieron a Cristo antes de cumplir 12 años. (Otras fuentes dicen que el 85% recibieron a Cristo antes de los 14 años.) Entre los pastores y líderes actuales (¡aun en las iglesias tradicionales!), son entre 70 y 90% los que llegaron a Cristo mientras eran niños. Esto nos demuestra claramente dónde debemos concentrar nuestros esfuerzos. Si queremos que la próxima generación de cristianos sean fuertes, y que tengan buenos líderes, ¡entonces debemos enseñar a los niños de hoy!
Desafortunadamente, esto no es lo que sucede ...
Los niños son las personas más abiertas para el Evangelio,
pero a la vez los menos alcanzados con el Evangelio.
Una iglesia centrada en familias tiene aun mejores posibilidades de preparar a los niños para un futuro liderazgo espiritual: Los padres asumen su responsabilidad de evangelizar y discipular a sus propios hijos. Estos niños reciben diariamente el ejemplo de un buen liderazgo espiritual, de parte de sus propios padres. Así están siendo preparados para que más adelante, ellos mismos sean buenos padres. Y la buena paternidad a su vez es la mejor preparación para un liderazgo espiritual mayor.
¿Qué pueden hacer las iglesias para alcanzar a los niños con el evangelio?
Primeramente, toda la iglesia - y particularmente los líderes - deben ser convencidos de que el ministerio con niños es importante. Esto es más fácil en una iglesia centrada en familias, porque allí los líderes surgen naturalmente de las familias. En una tal iglesia, ¡no hay anciano que no haya primero educado a sus propios hijos en la palabra de Dios! Y una vez que es anciano, su tarea principial consiste en apoyar a otros padres para que hagan lo mismo.
En una iglesia tradicional, institucionalizada, es más difícil convencerlos de la importancia de los niños. Primeramente, estas iglesias separan a los niños en reuniones aparte. Por tanto, los padres no están conscientes de su responsabilidad de evangelizar a sus hijos y de educarlos en la palabra de Dios. Toda esta responsabilidad se pone sobre los hombros de unos obreros voluntarios (a menudo jóvenes solteros sin ninguna experiencia en la educación de hijos propios), quienes ven a los niños una sola vez por semana, y por tanto no pueden edificar una relación personal, significativa con ellos.
Además, estas iglesias tienen normalmente una organización e infraestructura bastante costosa, por lo cual dependen mucho de la contribución financiera de sus miembros. Pero los niños no contribuyen económicamente, entonces no son "interesantes" para los líderes de tales iglesias. Al mismo tiempo, en esta clase de iglesias, los miembros dependen fuertemente de sus líderes y raras veces emprenden alguna obra espiritual por iniciativa propia. (En algunas iglesias esto ni siquiera se les permite.) En consecuencia, los líderes no están motivados para evangelizar a los niños o para responder a sus necesidades espirituales. Y puesto que los líderes no lo hacen, los miembros tampoco lo hacen.
Según una encuesta en el Perú, las iglesias evangélicas invirtieron apenas 2 a 3% de su presupuesto en la obra con niños. En las zonas rurales, se estima que más de la mitad de las iglesias no realiza ningún esfuerzo para alcanzar a los niños. La mayoría de los "obreros de niños" (maestros y directores de Escuela Dominical) nunca fueron capacitados para su tarea.
Una vez que la iglesia entiende que el ministerio con niños es importante, debe ponerlo en práctica:
- Los padres tienen que cumplir con su primera responsabilidad: educar a sus hijos en la Palabra de Dios, evangelizarlos y discipularlos.
- Los ancianos necesitan entender que ellos son en primer lugar "padres de padres": Asesores y consejeros de los padres de familia, para ayudarles y enseñarles cómo dar una educación cristiana a sus hijos. Busque maneras de concientizar y asesorar mejor a los padres.
- En lo posible, los niños deben estar incluídos en las reuniones de la iglesia. En el caso ideal, éstas son reuniones de familias enteras, donde los niños participan juntos con sus padres.
- Algunas familias, según su llamado y sus capacidades particulares, pueden de diversas maneras abrir sus hogares para otros niños: atendiendo a niños de otras familias según la necesidad; llevando reuniones evangelísticas para niños o familias enteras del vecindario; adoptando a un niño huérfano; evangelizando a niños en la calle; o simplemente teniendo una "casa abierta" para que los niños del vecindario puedan visitarlos en cualquier momento que quieran.
(En los tiempos actuales, las familias ya están tan debilitadas que muchos niños no tienen a ningún adulto con quien pueden hablar; no tienen a nadie quien se preocupe por ellos durante el día; y no tienen ningún lugar donde pueden jugar con otros niños, excepto en la calle donde se pelean más de lo que juegan. Muchos de estos niños podrán encontrar una "familia sustituta por horas", si las familias cristianas intactas abrieran sus hogares para ellos, en una de las maneras mencionadas. También podrán sentir la presencia de Dios en una familia cristiana.)
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