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sábado, 10 de septiembre de 2016

Mi hijo no me hace caso





Nos pasamos el día diciendo que nuestro hijo no nos hace caso, cuando lo que realmente de lo que nos estamos quejando es de que no nos hace caso inmediatamente. Queremos una solución inmediata y a corto plazo.

La mayoría de los padres tenemos la agenda a rebosar y vamos con prisas casi siempre. ¿Qué es lo que nos pasa muchas veces?, que esas prisas y el constante mirar el reloj hace que nos estresemos demasiado y que no actuemos como lo haríamos si estuviéramos más relajados.

Nuestros peques no tienen un reloj al que mirar cada 5 minutos, ni esa agenda tan repleta que nosotros tenemos. Ellos afortunadamente todavía no tienen esas responsabilidades. Pero eso, nosotros no sabemos verlo y queremos que nos hagan caso de forma inmediata.

Si tenemos que ir a trabajar y nuestro peque se levanta con el día torcido, se nos complica la cosa y lo queremos resolver inmediatamente. Hay veces o muchas de las veces, que los conflictos que vivimos con ellos no pueden resolverse en ese momento. La solución es a largo plazo.

Por lo menos yo lo he aprendido así mediante la disciplina positiva.

He aprendido que proporcionando seguridad a mis hijos, siendo firme y amable a la vez, constante con los límites, demostrándoles afecto, respeto y empatía de manera natural, ellos poco a poco lo van entendiendo.

Si cuando mi hijo por las mañanas no quiere ponerse el abrigo, o no quiere desayunar y yo tengo una prisa enorme, es muy fácil que o pierda los papeles y le acabe dando un grito o que decida "sobornarle" con algo, para que se ponga la chaqueta y podamos irnos. Pero eso no es una solución. Es algo que de forma inmediata va a conseguir que lo haga, pero es más que probable que el próximo día lo haga también, bien porque que quiere otra vez su premio o bien porque llama tu atención mucho más negándose a ponerse la chaqueta y con tu grito, que haciendo lo "correcto". Seguramente se niegue a ponerse la chaqueta porque tenga un motivo como que no quiera ir al cole, o separarse de ti o esté cansado.

Cuando queremos solucionar algo, es fácil caer en una solución rápida sobretodo cuando tenemos prisa pero esa solución la mayoría de las veces se convierte en un impedimento para la siguiente vez.

Si demostramos al niño en ese momento que estamos tranquilos, confiamos en que se va a poner su chaqueta y le damos oportunidad de decidir por él mismo, ten por seguro que vas a conseguir empezar el día mucho mejor. Ya sé que suena muy bonito dicho así y que no es fácil hacerlo, pero todo es querer y aprender a hacerlo.

Para ello lo primero es entender
que los niños que están haciendo algo que a nosotros no nos parece bien, no van a dejar de hacerlo en el acto porque a nosotros no nos guste, tengamos prisa o porque simplemente no nos parezca correcto. Entender esto nos va arelajar y nos va a permitir hablar al niño mucho más tranquilos. Por lo tanto es mucho más fácil que él imite nuestra tranquilidad. Si lo que hacemos es hablarle mal o gritarle seguro, seguro, que él te responde de la misma manera. Lo que al final acaba convirtiéndose en un círculo en el que una y otra vez se repite la misma situación. Tu gritas, él te grita, os enfadáis y además de todo llegas tarde al trabajo igual, pero encima te sientes mal.

Lo segundo, cuando nos pasa algo de este tipo, no se quiere poner la chaqueta, no se quiere tomar la medicina, no quiere comer, no quiere andar, y un largo etc, si hemos conseguido mantener la calma, es muy fácil hacer que el niño también la mantenga. ¿Cómo?, algo que hace que el niño deje su lado "rebelde" es pedirle ayuda, darle las gracias por hacerlo. y darle opciones. Con voz calmada, le dices" ¿Me ayudas y traes mi chaqueta, o traemos primero la tuya?. Y con su respuesta, le damos la gracias por hacerlo.

Puede que al día siguiente vuelva a pasar, esto no es una ciencia exacta, pero lo que sí es seguro es que irá aprendiendo. Aprende que es importante, porque su mamá o su papá le están dando a elegir. Aprende que estando calmados el final es mejor que si nos hablamos a gritos y aprende sin obedecer con órdenes sintiéndose igual a ti y no inferior.

Pero estas cosas se hacen con el tiempo. Yo durante 4 años las he hecho de una forma muy distinta. No vamos a entrar en que sea ni mejor ni peor, pero sí distinta y algo dentro de mí me decía que tenía que cambiarlas.

Puedes leer aquí el momento en el que decidí que algo tenía que cambiar.

Los niños necesitan un tiempo de aprendizaje igual que nosotros. Vamos a dárselo. Están creciendo y al igual que son pequeños en tamaño y tienen que crecer, su cerebro también está creciendo. No pueden reaccionar como lo haría un adulto. No pueden, porque no saben. Porque todavía les queda mucho por aprender y mucho por crecer.


Pero mientras ellos aprenden podemos jugar con ellos, reír con ellos, quererlos como son sin intentar cambiarlos, escucharlos, ver las cosas a través de sus ojos, darles la oportunidad de que se equivoquen y puedan corregir, abrazarles, hacerles sentir importantes, acompañarles cuando lo necesiten, apoyarles, reconfortarles, comprenderles y respetarles. Y lo más importante, disfrutar de ellos.

Si compartes esta forma de ver la vida y de educar puedes leeraquí ejemplos de mi día a día en los que aplico disciplina positiva y en el blog que me ha servido de referencia, Criarsentirvivir podrás encontrar mucha información sobre el tema.

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Fuente: este post proviene de Blog de Mamadeverdad



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domingo, 4 de septiembre de 2016

Angustias en los niños pueden provocar trastornos de conducta

Cuando hacen pipí o caca sin avisar

Si después de los 3 años los niños se hacen pipí o caca en la ropa puede ser porque algo les angustia.

La niña pudo haberse hecho la caca sin avisar, precisamente como una consecuencia del maltrato que sufre en su casa, dice el psicólogo Nicolás Astudillo, de la oficina del Maltrato al Menor del Instituto Nacional del Niño y la Familia (Innfa), al referirse al caso de la menor de 6 años, Daniela Sánchez, a quien supuestamente su padre, con la ayuda de su madre, le quemó las nalgas por haber defecado en la cama.

“Si el padre se atrevió a hacer eso, evidentemente quiere decir que la niña viene sufriendo una secuencia de maltrato, que ya ha padecido otros eventos de violencia en su familia”, puntualiza Astudillo, quien refiere que en muchas ocasiones los menores que viven en una situación que no les es favorable, como el caso de Daniela, al no poder expresarlo con palabras lo hacen con manifestaciones orgánicas o corporales.

Generalmente es a partir de los 2 años cuando los niños controlan sus esfínteres y tienen la capacidad de orinar y defecar voluntariamente; sin embargo, pueden retroceder y son usuales los casos en que vuelven a realizar sus necesidades fisiológicas sin avisar. A este fenómeno, cuando se hacen caca en la ropa, se lo conoce médicamente como encopresis y, cuando se orinan, enuresis.

Las causas pueden ser muchas: maltrato familiar o escolar, dificultades en la escuela, cambio de ambiente, divorcio de los padres, nacimiento de un nuevo hermano, muerte o abandono de un familiar, incluso la sobreprotección.

“Siempre son situaciones que por algún motivo producen temor y angustia en un niño y la expresan a través de la orina o expulsiones fecales; y no lo hacen a propósito, por malcriados, sino por una situación que les impide ir al baño y expresarse”, refiere Astudillo.

El problema, según se explica en el sitio www.bebesano. com, suele desaparecer espontáneamente luego de un período de semanas o meses; el tiempo dependerá del apoyo que se dé para encontrar la causa desencadenante o de la rapidez con la que el niño se adapte a la nueva situación que le provocó el malestar.

Lo que se debe tener claro es que la encopresis es una patología psicológica (puede haber causas orgánicas, aunque raramente) con fuerte influencia de la familia, por ello es necesario que los padres acepten su rol en el problema y hagan las modificaciones necesarias, solo de esa forma el niño será capaz de entender el problema y pondrá también de su parte para resolverlo.

“Cuando ocurren estas cosas, los padres deben mantener la calma, pues puede ser también que no atiendan suficientemente a los niños y estos lo hacen como un llamado de atención. Generalmente se piensa que son malcriados y los retan, les pegan, los castigan, cuando lo aconsejable es hablarles, preguntarles, escucharlos”, aconseja Astudillo, quien advierte que tampoco se debe culpar al niño.

“Mucho menos comentar lo sucedido con todo el barrio, eso crea un sentimiento de culpa y vergüenza en el menor que en nada aporta a mejorar la situación”, puntualiza Astudillo.

Muchos problemas psicológicos y patologías como estas podrían evitarse con una buena comunicación.

Como ocurrió con Juan, de 7 años, quien aparentemente no había tenido problemas para controlar sus esfínteres hasta que comenzó a hacerse caca en los pantalones. Sus padres le preguntaban qué ocurría y él no tenía la respuesta.

Luego, con la ayuda de un especialista encontraron la causa: se habían mudado y cambiaron de colegio al niño, quien ya no frecuentaba a los mismos amigos ni veía mucho a su abuelita.

Sus padres hablaron nuevamente con él, le dijeron que sentían lo que le estaba pasando, comenzaron a demostrarle constantemente su cariño hasta que el pequeño mejoró.

fuente: Compañia Anónima EL UNIVERSO


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